Entrades

Los malos corren más, pero en sueños pueden morir

Vivíamos aún en la casa vieja, y eso quiere decir que no había cumplido ni cinco años. Lo que más miedo me daba era quedarme dormida: aparecía aquella gente cuyas piernas superaban mi altura y que corrían como condenad@s. Había uno que no, era bastante pequeñote y tenía un aire a Edgar G. Robinson, y mira que me ha enamorado siempre este hombre, pero a su sucedáneo le faltaba esa fascinación. Corrían y reían, todavía no sé cómo se puede correr y reír de esa manera sin perder el aliento. En el sueño no sabía por qué, pero la cosa no me gustaba un pelo. Intentaba correr y lo hacía a cámara lenta: cuanto más lenta yo, más rápid@s ell@s.  Y cuando estaban a punto de darme alcance, t odo mi cuerpo caía al vacío y los personajes se habían esfumado.  Quedaba yo ahí, a oscuras y sin comprender cómo podía haber dos mundos delimitados por un salto, una caída, un grito... Un perro. El perro de un vecino, cuando jugaba con otro más agresivo, a modo de rendición se ponía flojo y panza arriba... Est

Lloros de la Nit del Lloro y la lucha por sobrerreír

La primera vez que la Asun me dijo que estaba comenzando a notar cierta rigidez después de tanto tiempo ingresada en el hospital, a mí no se me ocurría acompañarle con un vaya putada o qué tal si probamos una crema y te doy un masaje como tantos días anteriores -que seguro que mejor que no dárselos- pero no le habían evitado llegar a ese estado de entumecimiento. Me quedé pasmada. Otra-vez-la-misma-impotencia-y-la-certeza-de-no-estar-a-la-altura-de-no-saber-dar-la-talla. Pero. Ocurrió. Segundos después -como unos seis o siete- un paciente o visita de paciente de la habitación al lado estornudó e inmediatamente se oyó la sirena de una ambulancia. Os describo cómo sonó el tema: AAAAATCHÚÚÚÚÚÚ FIUUUUUUU uuuuuuuuu UUUUU ... La Asun y yo pasamos de estar mirando al vacío a mirarnos y estallar en una sonora carcajada, que a ella le hizo medio-olvidarse del drama que le había tocado vivir y a mí de aliviar carga de lo que a ella le había tocado. Aprendí que es tan importante que suceda algo q

El comienzo de poca fe

Hay personas que comienzan un blog y les sale como si llevasen toda la vida metidos aquí, en este cuadradito de texto. Otras a las que nos cuesta pasearnos por casa en pelota picada con todas las ventanas abiertas que dan al patio de vecinos o al edificio de enfrente mostrando las vergüenzas y expuestos a todo tipo de críticas, piropos o improperios.  Pero al menos se nos tiene que reconocer que nos hemos atrevido a dar el paso, aunque vayamos atrapando como podamos pequeñas ráfagas de pensamiento con voz de hormiga, y en nuestro afán de hormigas, vamos amontonando palabras y con suerte puede salir alguna cosa que al mirarla en conjunto no nos llene de sonrojo. Siempre queda el ejemplo inseguible de algún(a) privilegiad@ (uno o dos a mucho tirar) a quien les brotan las imágenes con tanta espontaneidad como si hubieran nacido con una flor en el culo.  En lugar de adolecer de voz de hormiga, han ido alimentando en su interior -de forma consciente o inconsciente- un peaso loro que te caga